Me miras, te miro, dudo y ellas se apoderan de la luz. Marcan cual línea fronteriza el espacio entre tu y yo, y la duda parece crecer exponencialmente, a la sombra de lo que desconozco por la maléfica fatalidad del abono de lo vivido…
Me miras y te asombras, te miro y no me encuentro, perdida en esa oscuridad taciturna que no sé ya quién alimenta. Realidad o ficción se vuelven tan probables como que ya no te abrazo o que tu abrazo se cansa…
Quién trajo esa sombra ¿el mismo que encontró la luz? son antípodas y parecen no poder vivir la una sin la otra… la búsqueda del equilibrio de nuevo se complica por la mal aprendida experiencia…
Agarro patosamente el aire, de nuevo negando la física de la vida…
>> «relaja hermano, las sombras tal como aparecen se van, arrastran lo que se cae, acarician lo que aún no se ha de mover…»
pero mis músculos siguen atenazados ante su fantasmal presencia… soltar… dejar estar … aceptar … me repito… y miro y remiro, hacia la parte de la luz que si podría dominar, la del centro de mi estómago, que poco a poco intenta recobrar el ritmo y aparentar seguridad.
Me giro y el suyo sigue ahí, bajando y subiendo, en acompasada respiración, sin advertir peligro alguno, sólo mi miedo, que aplacado por su calma se consume al igual que la duda…
Crepita la luz, al fondo musitan las sombras… tan inciertas o reales como el espacio que les dejemos … acerco el flexo e intento iluminar mi pequeño mundo … por lo menos hoy, al menos ahora …