más cerca del sueño…

Después de largos días de viaje mi cuerpo entumecido era como una prolongación de Anso, de nuevo volvíamos a ser uno, fantasía y realidad unidas en esa apariencia única de animal fabuloso de impresionante figura, con zarpas, patas, pequeñas alas y que lanza fuego por la boca…

La blancura de las lunas al hundirnos en la noche nos recordaba el encargo de aquel “pequeño diablo” y la sorprendente historia contada entre tinieblas por Pau:

“Hay quienes afirman que el origen del dragón está ligado directamente al origen del unicornio y a la misma Creación, relataba Pau hablando en susurros y reafirmando su fama de gran contador de cuentos. Dice la leyenda, que cuando únicamente existía la nada y todo era oscuridad, apareció el unicornio, el cual con la luz de su cuerno iluminó el universo y comenzó a darle forma y a delimitarlo. En un planeta (del cual es mejor que aún no sepáis nada, musitó con ojos felinos) aquel unicornio tocó la piedra de la cima de la montaña Blanca de la que empezó a brotar un manantial de vida creando a su paso seres vivos. Lo que no calculó el unicornio fue que el agua comenzó a filtrarse a través de las rocas y a encontrar lentamente camino a las cavernas subterráneas, donde el agua de vida se juntó con la lava ardiente del centro del planeta. Dicha unión es la que concedió vida al dragón…»

Aún más bajo, casi inaudible, el misterioso duende continuó… «Se dice que la interacción entre el unicornio y el dragón no es exactamente amistosa, ya que en esta historia el alimento del dragón son los unicornios, pero el unicornio no es tan dócil como parece ya que audazmente utiliza su cuerno para matar dragones.”

¿Aún estáis convencidos de seguir buscando ese unicornio blanco de ojos verdes? Retumbó la pregunta de Pau en el interior de la cueva…

Nos miramos atónitos y asentimos de nuevo sin saber por qué… algo nos decía que esa historia no podía ser del todo cierta, Anso nunca se había comido ningún unicornio… claro que tampoco nos habíamos encontrado con ninguno. De todas maneras eso había sucedido hacía mucho tiempo, incluso podría ser una de tantas y tantas leyendas que no existen.

Entre pensamientos dubitativos volábamos cuando, de repente, al fin… divisamos la “estrella roja”… brillaba inmensa en un cielo tan negro como el abismo que se divisaba al fondo. A medida que mejoraba nuestro ánimo la estrella perdía luz pero nos indicaba amablemente el sitio exacto en el que se supone que encontraríamos la siguiente ayuda para conseguir el mágico sueño.

Nos dimos prisa y antes de quedarnos completamente sin luz en ese siniestro paraje, excavamos con ahínco sin querer prestar demasiada atención a los escalofriantes sonidos que se percibían a nuestro alrededor… quizá dos o tres metros de profundidad, no fue nada fácil, claro que una zarpa de Anso era más efectiva que cualquier pala mecánica… y ahí estaba!… un tímido relámpago azul nos hizo parar en seco, era como un pequeño diamante… sus destellos acompasados parecían su respiración … no pude evitarlo y lo froté para limpiarlo, Anso dio un respingo hacia atrás… el brillante comenzó a desplegarse como una hoja de papel soltando de su interior un murmullo grabado y tomando forma de cuerno de unicornio… su luz era cegadora… comprendiendo su más básica utilidad, lo enrollé en una manta y cautelosamente emprendimos camino hacia el interior de la cueva del abismo Negro.

La estrella roja lánguidamente empezó de nuevo a brillar…